domingo, mayo 29, 2005

Frases para no ligar (vol.I)

-Oye, ¿no sabrás de un sitio por aquí donde regalen hielos?

miércoles, mayo 25, 2005

Lo que me dije en aquel momento.

Uno sobrevive a sí mismo gracias a ciertos brotes psicóticos que le hacen volver regenerado a la seguridad de la rutina. Al menos yo me alimento básicamente de ambas cosas. Unas veces explota uno como el más desgraciado Ned Flanders cuando la suerte en los juegos de mesa no le sonríe, haciendo llover fichas de Go o plasti-quesos pursuitenses. Otras veces se sienta uno a esperar la vuelta del raciocinio sentado pacientemente en cualquier acera, jodiendo la marrana a los transeúntes. A veces uno grita y salta y sonríe de emoción por tonterías. A veces uno mira y descubre lo estúpido del momento y, si puede, lo borra.
Tuve un brote de lucidez inquisidora hace unas semanas, y me borré año y medio de momentos. Ahora vengo sin saber convertir el cuerpo hacheteemelesco en nada sugerente, a durar otro rato hasta que un pronto revelador se presente. Llevo años garabateando cuadernos más tarde destrozados, descargándome mediante letras momentáneas. Ovejitos desperdigados, he vuelto.

Pues hay algo mayor que los brotes, y eso son las revelaciones. Hoy un reutilizado vaso de yogur "La Lechera" se ha roto entre mis manos tan sorprendentemente como la si de la aparición de un fatuo fuego entre zarzas moisesienses se tratase. Y esto es lo que me ha dicho: "no castigues los lienzos con tus sucias brochas, cerda". Sin embargo, soy tan escéptica como atea, así que mi sangre se ha revelado y le ha dicho a los jodientes cristales en aguarrás nadando: "asegurado tienes que mi travesti abandonado volverá a sentir las cerdas de la cerda en su cara". Porque Lain va a hacerlo, va a hacerlo. Voy a arreglarle la cara al arruina talentos del travesti.
Cierto es que en realidad no es un travesti. Ni siquiera yo lo llamé así, fue la furia jocosa de la Chipirón, que muy cruelmente se descojonó revolcándose por los suelos de mi ni siquiera entonces esbozo. Desde entonces nada volvió a ser igual: lo que comenzaba a ser la cara de una musa se convirtió en un candidato a Drag Queen. Años han pasado hasta que por fín me he atrevido a desempolvar el lienzo: la venganza será dulce. Mi travesti no será travesti, sino adorado modelo de pared, y ya no volverá a oír risas, sino que la misma Chipirón me servirá como una arrastrada lacaya tortitas con jarabe de arce.

He dicho.


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