sábado, junio 10, 2006

Shirley Temple.

Cuando la gente no sabe sobre qué escribir o simplemente quiere perder el tiempo en lugar de centrarse ante los fatídicos apuntes exameneros, suele hacer una lista de sus manías. Sin embargo, siguiendo el ánimo decadente de todo lo escrito de este fondo cereza, me pregunté si no sería más apropiado acaso dejar constancia de la huella de mi bilis por este mundo. No soy una persona que suela marearse, pero sí que tengo facilidad para el reflejo de vómito. Desde pequeña tuve una horrible obsesión psicológica por los viajes en coche -no me extenderé sobre la cantidad de veces que llegué a pedir bolsa de vómito y el coñazo que supuse durante años-, y a partir de ahí supongo que mi organismo se acostumbró a tener ese reflejo. Jamás he sufrido de bulimia, lo cual acrecenta si cabe lo estúpido de mis vómitos, que siempre se han debido a:
a) Mareos por viaje, actualmente superados.
b) Náuseas por nerviosismo, rara vez.
c) Alcohol, ochenta por ciento de la lista.
Es terriblemente asqueroso y estúpido, pero para mí hay una extraña gracia morbosa en la lista de los horrores.

-En mi antiguo coche, demasiadas veces.
-En las escaleras de subida al autobús colegial.
-En el autobús colegial, sobre el abrigo nuevo de mi compañera de asiento.
-En las manos de mi madre.
-En mis manos, intentando no manchar el suelo.
-Encima de varios peluches.
-En un plato de comida (arroz blanco con huevo frito) en un bar de carretera.
-En un bol de desayuno (cereales chocolateados).
-En un vaso de zumo de naranja a medio terminar.
-En el lavabo atascado de un bar.
-En mi cochera.
-En el suelo de los baños de un bar.
-En la caja de un BigMac.
-En la entrada de un hotel, al salir de un coche.
-En unos contenedores.
-En la ducha, varias veces.
-En el fregadero (mío, en el de una amiga).
-En la tapa de un váter.
-En varios váteres (dentro) de distintos bares.
-En la calle, varias veces.
-En la carretera, con la puerta de un coche entreabierta.
-En un embarcadero.
-En genitales ajenos.
-Al pie de mi cama.
-En mi bidé.
-En una papelera.
-Encima de una amiga y su novio.
-Encima de un amigo, en un autobús.
-Encima de mí, durmiendo.

Hay sitios peores y hay cosas peores, aunque esto debe de entrar en la categoría de lo peor. Pensar que este post podría quedar como cabecera hasta dentro de un largo tiempo me obliga a opinar sobre algún tema político-social. Contar mis desgracias estomacales no me reporta en absoluto dinero como para poder permitirme una exhibición de falta de escrúpulos permanente.

Pero, eh. Hay gente que se ha ganado la vida contando sus suburbiales aventuras. A mí nunca me dieron la oportunidad de limarme componiendo cartas principescas ni testimonios de reuniones imperiales rusas, engalanada mi dacha jamás para las visitas, sino con abuelas coleccionistas de botellines de cerveza en la semioscuridad de las persianas estivales echadas. Esto es simplemente un testimonio de mal gusto. Yo vengo de una familia bien y soy una señorita.



¡Por dios! ¿Cómo es eso de vomitar encima de genitales ajenos?. ¿Has vuelto a ver y/o hablar con la persona propietaria de esos genitales vomitados?.

Un saludete  


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