miércoles, septiembre 07, 2005

Sweet dreams (are made of this)

Mis tripas se despiertan tras una escasa hora de sueño. El estómago quiere llegar al fregadero antes que mis piernas. Tengo agujetas de tanto hacer el capullo.

Veo navegar un bollo de chocolate entre cerveza biliseada. Mi cuerpo no siente alivio por ninguna parte, y sin embargo no siento helicópteros por ninguna parte. Hoy no hay resaca. Podría ser desgraciadamente.

Escucho el mismo cedé que te grabé. Sorprendentemente no me recuerda a ti. Creí que tendría que pasarme meses escuchando mierdas, pero mi conciencia se ha puesto de mi parte: yo descubrí la música antes. Y la misma conciencia me recuerda que ayer magdaleneé al comienzo bajístico de Muscle Museum.

Si cierro los ojos me marea el insomnio que lleva dos míseras pero íntimas noches conmigo. Intento no pseudo-dormir en el autobús y me contento con los campos de trigo dominados por sequía de cielo azul. Es bonito. Y relajante, a pesar del enfatizado verde hospital que aclaman los psicólogos. A mí los psicólogos siempre me han parecido unos gilipollas.

Y ahora parece que me tendré que contentar con sobreentender la jerga profesional. Leer libros de medicina para el populacho. Investigación y ciencia. Placebos.

Me tengo.

No soy pesimista: soy realista. Pero es cierto que la señora autosugestión hace bien su apoyo moral: ahora hasta me apetece comenzar una carrera sorpresa, una vida solitaria sorpresa, una escisión de personalidad repentina.

La que mira los campos amarillos es yo. Mi era sólo vuelve a la hora de la ducha, para confundir las lágrimas con el agua. Sacks sigue sin equivocarse: relaja.
Y me siguen diciendo que soy hermética.
Y sin embargo estoy escribiéndome.

Pero yo no pretendo publicar, lo último que escribí era un cuento de niños bicicleteros que nunca concursará.
Pero yo no tengo crisis, un año perdido ayuda a conocerse.
Pero para mí cualquier dios es secundario.
Pero yo sigo queriéndote.



Publicar un comentario
Powered for Blogger by Blogger Templates